En mi colegio decían eso porque Maruxa tenía unas tetas muy grandes y le gustaba mucho el pollo. Por aquel entonces yo comía muy mal, (bueno, supongo que aún ahora sigo comiendo fatal) y no me gustaba el pollo. Sólo podía aceptar las pechugas empanadas y muy finitas que prepara mi padre, inigualables en el mundo entero; ni siquiera el
Portosín lo consigue (aunque se le parezcan bastante).
Después, poco a poco, empecé con los zancos de pollo porque la madre de una amiga los preparaba con una salsa deliciosa. Lo que pasó fue que, en un viaje a Portugal con mis padres, pedí un frango assado y, al intentar cortarlo, salió un chorrito de sangre. Desde ese día, se acabó todo lo que no sea pechuga fina o long chicken del Burguer.
En cualquier caso, sigo pensando que el pollo hace que te crezcan las tetas y de ahí que yo las tenga tan pequeñas.
Ais, ya podía pasar lo mismo si te comes al femenino del pollo...